martes, 29 de septiembre de 2020

El pensamiento político de Aristóteles

 El tema de esta semana (29 de septiembre- 3 de octubre) es el pensamiento político de Aristóteles. Para ello les pido que vean y reporten las ideas presentes en los dos videos siguientes:

https://www.youtube.com/watch?v=xBBnQ-6HyJg

https://www.youtube.com/watch?v=NavNX1UW3b4 

martes, 22 de septiembre de 2020

El pensamiento político de Platón

 Ver los siguientes videos, que aparecen en ls siguientes direcciones:


https://www.youtube.com/watch?v=ORc01ripeDE


https://www.youtube.com/watch?v=W_IH39X2_eI&frags=pl%2Cwn

miércoles, 16 de septiembre de 2020

El pensamiento político de Isócrates

 

Isócrates nació en el demo de Erquía, en el Ática. Fue orador, político, educador, historiador y cronista. Vivió entre los años 436 y 338 a. n. e.

Su padre tenía esclavos que fabricaban flautas, un oficio humilde, pero cuyo comercio le permitió pertenecer a una clase media pudiente, y recibir una excelente educación.  

 

Formación

      Asistió en Atenas a los debates y discusiones de Sócrates, y a los debates públicos de Terámenes (quien se había formado en la escuela práctica de los negocios y los debates públicos).

      Conoció los planteos de los sofistas: Gorgias de Leontinos (maestro de la retórica y de gran capacidad oratoria), Pródico de Ceos (interesado en el uso correcto del lenguaje y de los diversos significados de las palabras), y de Tisias de Siracusa (uno de los fundadores de la retórica griega, y quizás su maestro).​

      No se dedicó a la política, por carecer de cualidades (era tímido, pequeño, y débil de cuerpo y voz). Sin embargo, fundó  una famosa escuela de oratoria, en 392 antes de nuestra era.

      Cuando perdió la herencia paterna en la guerra contra Esparta (guerra del Peloponeso) se dedicó a  la enseñanza.

      Dirigió una escuela en donde enseñaba el arte de la redacción de ensayos y el arte de la oratoria y la retórica, en la isla de Quíos,​ o Chíos. Fue maestro de los oradores Hiperides, Iseo y Licurgo. 

      Al volver a Atenas, en el año 403 a. n. e., trabajó escribiendo discursos judiciales y políticos por encargo.

      Entre sus discípulos más ilustres destacan los oradores Hiperides, Iseo y Licurgo.

      Mediante su modelo intelectual y de vida, esperaba educar a sus alumnos y que estos se convirtieran en educadores políticos de otros ciudadanos, para continuar el efecto multiplicador.

      Su docencia política consistía en formar dirigentes que usaran correctamente el poder depositado en sus manos.

      La única manera de formar a las nuevas generaciones, era mediante la RETÓRICA.

      La Retórica es para Isócrates: un medio de acción política.

 

La retórica

      Para que la retórica fuera un factor de cultura política debía tener la capacidad para alcanzar ciertos fines.

      El objetivo era convertirla en una verdadera educación, cuyo contenido eran las  “cosas supremas” (las costumbres sociales o los asuntos de Estado).

      La retórica puede enseñar a penetrar en las ideas o códigos de que se halla compuesto un discurso, porque conduce a un análisis minucioso que implica la desestructuración de una argumentación.

      A la vez le proporciona al orador el instrumental necesario para que construya un discurso propio, destinado a enseñar o persuadir.

      Isócrates pensaba que los argumentos que sirven para persuadir también sirven para reflexionar.

 

La oratoria

      El ideal educativo de Isócrates era el orador, aquel que posee la técnica adecuada del discurso, y fundamentalmente, la virtud moral apropiada para que sus costumbres estén de acuerdo a lo expresado en sus palabras.

      De esa manera, en la medida que sus discípulos aprendían retórica también aprendían moral.

      El orador tiene la capacidad de persuadir (lo que es propiamente el discurso retórico), de influir en un momento puntual, para que los destinatarios tomen una decisión determinada. No solo se debe hablar o escribir bien, sino, sobre todo, pensar bien y comunicar adecuadamente un contenido con una finalidad didáctica o persuasiva.

      Isócrates exalta el valor de la palabra como la herramienta que permite al hombre independizarse del mundo natural e ingresar en la historia:

      Pensaba que nada nos distinguía de los animales, a no ser la capacidad de persuadirnos unos a otros, y, de manifestar los deseos; por lo cual  pudimos alejarnos de la vida salvaje, formar congregaciones, ciudades e inventar técnicas; todo eso gracias a la palabra, que nos ha permitido establecer normas sobre lo que es justo o no lo es, sobre la belleza y lo feo.

      El “logos” es el creador de la cultura.

      La capacidad discursiva es el signo más importante de la razón humana.

      El poder de la palabra equivale al poder de dirigir.

      La retórica supone la selección y estudio de los principales aspectos asociados al pensamiento del docente.

      El fin que debe perseguir la educación es la formación de un ciudadano educado a través del dominio de la oratoria (el poder de convencer y dirigir).

 

Formación de gobernantes y ciudadanos

      «y aunque llamamos oradores a los que pueden hablar en público, tenemos, sin embargo, por hombres de buen consejo a los que discurren lo mejor sobre los asuntos que se les proponen”.

      Creo que todos los discursos pueden ser útiles hasta en la cosa más mínima; pero los más excelentes, son aquellos que aconsejan, sobre las costumbres,  sobre la administración del Estado; especialmente «aquellos que enseñan a los gobernantes cómo conviene tratar con la muchedumbre y, a los particulares, qué disposición de ánimo deben tener para con los que los gobiernan. Porque veo que es por esto que las ciudades llegan a ser muy felices y poderosas.»

 

Metodología educativa

      La escuela de Retórica de Isócrates en Atenas tenía los siguientes lineamientos:

* Tres o cuatro años de estudios.

* Un máximo de nueve alumnos.

* Sistema personalizado de enseñanza.

      Objetivo inmediato: formar líderes políticos.

      Objetivo mediato: recuperar el esplendor de la cultura griega, por medio de la educación, para formar una nueva cultura («paideia»).

 

Saber y poder

      La educación tenía que ser necesariamente política.

      El tema de la retórica debía ser la política y el uso del poder por parte de quienes dirigirán en el futuro la polis (esperaba que fueran sus discípulos).

      Por eso vinculaba los conceptos de felicidad y poder: una ciudad depende de la armonía entre gobernantes y gobernados, es decir de la buena disposición de ánimo de unos para con otros.

      Relaciona saber y poder. El poder produce saber y viceversa. Ese poder se ejerce desde un "cuerpo político" integrado por hombres sabios, una especie de aristocracia intelectual.

      "(...) Ten por sabios, no a los que disputan minuciosamente sobre cuestiones pequeñas, sino a los que hablan con acierto de los grandes temas; no a los que prometen la felicidad a los demás, viviendo ellos en la mayor miseria, sino a los que hablan moderadamente de sí mismos, y pueden tomar parte en los asuntos públicos entre los hombres, y no se alteran en las vicisitudes de la vida, sino que saben llevar con dignidad y mesura tanto la buena como la mala fortuna.”

      “(...) los que no resultan corrompidos por el éxito, ni se enajenan, ni se vuelven soberbios, antes bien permanecen en la disposición propia de los hombres prudentes y no se alegran más por los bienes que les depara la suerte que por los que provienen, desde su origen, de su propia naturaleza y sensatez. Los que tienen una disposición anímica en armonía no sólo con una de estas condiciones, sino con todas ellas, éstos digo que son hombres sabios y formados, y que poseen todas las virtudes."

 

Contra la demagogia

      Quienes “hablan con acierto sobre los grandes temas”, no hacen promesas que no pueden cumplir y conservan su equilibrio mientras toman “parte en los asuntos públicos”, éstos pueden ser calificados de sabios (no en un sentido científico sino moral y político). Aquellos por quienes pasarán los hilos del poder serán conductores intelectuales dotados de un alto nivel ético. Regularán la felicidad pública y el saber mediante el dominio del discurso, es decir, el poder de la comunicación.

 

Ética y moral pública

      "(...) así pues, ¿a quiénes considero acabadamente educados, dado que yo no tomo en cuenta para ello las artes, las ciencias y las capacidades? En primer lugar, a los que tratan atinadamente los asuntos que se presentan cada día, y tienen la opinión adecuada a las circunstancias, capaz de conjeturar lo que es ventajoso en la mayor parte de los casos. Después, a los que tienen una relación conveniente y justa con aquellos con quienes conviven -llevando fácil y pacíficamente sus asperezas y los caracteres muy difíciles de soportar- y que muestran también la mayor paciencia y consideración posibles hacia los que tienen trato con ellos. Además, a los que, por una parte, señorean siempre sobre los placeres y, por otra, no se dejan abatir por completo en las circunstancias adversas, sino que en ellas su ánimo se torna valeroso y digno de la naturaleza de la que participan”.

      La ética es fundamental en la realización de su proyecto político, lo cual lo distingue del relativismo de los sofistas, y del idealismo de Platón (el filósofo como gobernante de la polis).

      Combatió a los sofistas –sus principales competidores– porque no tomaban en cuenta la ética.

      Su escuela fue importantes por su instrucción eficiente, la formación socrática y platónica, y por incluir en su plan de estudios la educación ética del ciudadano.

      Isócrates coloca su autoridad moral por encima de la autoridad política, pues la dirige. El poder pedagógico actúa sobre el gobernante, y éste se verá en la influencia que el gobernante ejerza sobre sus gobernados, propiciando su mejoramiento.

 

Panhelenismo y patriotismo

      Isócrates proponía superar la decadencia moral y política de Atenas para conseguir la unidad política de todos los helenos (panhelenismo).

      Había que cesar las luchas internas y unificar a las ciudades-Estado, para defenderse de los persas, pues decía: “nos falta poco para declararles la guerra a todos los hombres”.

      Finalidad: unificar a Grecia y regenerar su vida política, para evitar la invasión de los persas (idea central expresada en su Panegírico, elaborado en el año 380 a. n. e).​

      Fracasó en sus fines, por lo que pidió a Filipo II encabezar la guerra contra Persia.

      Isócrates critica la falta de compromiso de los atenienses para combatir a los persas, pretendiendo ser defendidos por mercenarios, a los que si el enemigo les paga un sueldo mayor se pondrían de su parte.

      Pues “faltándonos el sustento cotidiano, hemos intentado mantener tropas mercenarias y maltratamos e imponemos un tributo especial a nuestros aliados para proporcionar un sueldo a enemigos comunes a todos los hombres”.

      “Somos tan inferiores a nuestros antepasados (...) que aquellos, si habían votado hacer la guerra a alguien, se creían en la obligación de poner en peligro sus propias personas para defender su opinión, aunque la acrópolis estuviera llena de oro y plata. Nosotros (...)  a pesar de haber llegado a tanta miseria y de ser tantos, utilizamos, como el gran rey, tropas mercenarias”[15].

 

Fines de Isócrates

      La educación tendría que ser una formación política (pensada para la polis), más que una educación técnica.

      La educación debe beneficiar al individuo, a la polis y a los griegos en su conjunto, porque la educación y la cultura son los únicos medios de que se dispone para lograr el panhelenismo y la unidad interna de cada polis.

      Meta: lograr la transacción entre la tradición de la política realista del siglo de Pericles, la crítica moral de la filosofía y la tendencia hacia la dictadura.

      Objetivo: alcanzar, por medio del poder educativo de la retórica, la formación del monarca y de los hombres de Estado, instrumentos salvadores de la cultura griega.

 

Principios “de gobierno excelente”

      El dirigente debe saber actuar sobre individuos o grupos, tener la facultad de definir, proyectar o construir nuevas relaciones, en arreglo a los fines que se proponga alcanzar.

      El buen gobernante procurará engrandecer a su polis, trabajará con ese fin, y su punto de apoyo será su paideia ética.

      Es importante el trato  que el gobernante establezca con los otros hombres. Aconseja rodearse de los más sabios, aunque se vea obligado a recurrir a quienes no están a su alrededor.

      Un pueblo virtuoso responde a un monarca virtuoso, alejado de la arbitrariedad, un ejemplo de conducción y vida, un hombre capaz de manejar el poder en sus manos con equilibrio.

      Isócrates era partidario de que gobernaran los mejores, los hombres virtuosos, no clasificados por su mero nacimiento.

      La capa social de los mejores, dominaría sobre las capas sociales menos virtuosas.

      El buen monarca sería un retórico, que manejara las situaciones a través del poder de su palabra y su conducta moral.

      El buen monarca podría acabar con las penurias de las póleis griegas y hacerlas más fuertes, y poner a su gobierno al servicio de la educación según el modelo isocrático.

 

Cualidades del DIRIGENTE

      El dirigente debía ser un pensador, un hombre reflexivo “que observa los hechos y conoce a cada ciudadano”, mientras mantiene en armonía su pensamiento y su acción.

      Poseer la areté, (“la virtud”): ser majestuoso, no por los adornos de su persona sino por el arreglo de su vida.

      Fundamentar su poder en el conocimiento de la realidad política y de la gente a la que gobierna.

      No cometer injusticias, intervenir ordenada y consecuentemente en los asuntos públicos, mantener las acciones de acuerdo con las palabras, gobernar con firmeza a todos y castigar a los malhechores sólo según las leyes.

      El dirigente debía poseer gran voluntad, no en los acontecimientos del azar, sino en los provocados por él.

      Otorgar beneficios para hacer amigos, y sujetar a los demás con magnanimidad.

      Ser temible, no por ser hostil hacia muchos, sino por sobrepasar a los demás en capacidad.

      Señorear sobre los placeres, y no dejarse guiar por ellos.

      Estas cualidades no eran ideales, sino obtenidas de la historia: del análisis de los gobernantes.

 

Tomar lo mejor de cada forma de gobierno

      El soberano ejemplar tomará de “cada forma de gobierno lo mejor”.

      Se comportará como demócrata o tirano dependiendo de las circunstancias.

      Su poder no estará limitado por la constitución o la ley, sino por la justicia y la virtud moral.

      La constitución es el alma del Estado, hay que infundir sus principios en la conciencia de los ciudadanos.

      Si la constitución se modifica producirá un cambio en el gobernante. Pero, las leyes por sí solas no educan y nada se soluciona multiplicándolas.

      Quienes gobiernen con rectitud deben grabar la justicia en las almas, pues es con buenas costumbres como se gobiernan las ciudades, no con decretos.

      Los que han sido bien educados obedecerán las leyes. Quienes han recibido una educación perversa transgredirá cualquier ley.

 

Obediencia y ciudadanía

      Los ciudadanos deben actuar con solicitud y justicia, porque si falta, en la misma proporción se resentirán los asuntos públicos.

      Los gobernantes deben ser obedecidos por su autoridad moral, no por su poder político o militar.

      Los ciudadanos deben obedecer y evitar desórdenes, ya que el gobernante se puede convertir en tirano, no por su propia voluntad, sino como consecuencia de la actitud de sus gobernados.

      La fidelidad y la obediencia de los gobernados salvará ese escollo, permitiéndoles participar “en los bienes”, el éxito y el bienestar del Estado.

      La malevolencia o la buena disposición de los reyes no se debe sólo a causas naturales, sino también a las costumbres de sus súbditos.

      Aconsejaba enseñar a los hijos a obedecer a sus superiores, porque si han aprendido bien a ser gobernados, podrán gobernar a muchos.

      Los ciudadanos debían manifestar con obras, más que con palabras, su benevolencia hacia el soberano, pensando que sus palabras eran leyes. 

 

Gobierno de calidad

      Un pueblo virtuoso responde a un monarca virtuoso, alejado de la arbitrariedad, un ejemplo de conducción y vida, un hombre capaz de manejar el poder en sus manos con equilibrio.

      Isócrates era partidario de que gobernaran los mejores, los hombres virtuosos, no clasificados por su mero nacimiento.

      La capa social de los mejores, dominaría sobre las capas sociales menos virtuosas.

      El buen monarca sería un retórico, que manejara las situaciones a través del poder de su palabra y su conducta moral.

      El buen monarca podría acabar con las penurias de las póleis griegas y hacerlas más fuertes, y poner a su gobierno al servicio de la educación según el modelo isocrático.

 

Fines de Isócrates

      La educación tendría que ser una formación política (pensada para la polis), más que una educación técnica.

      La educación debe beneficiar al individuo, a la polis y a los griegos en su conjunto, porque la educación y la cultura son los únicos medios de que se dispone para lograr el panhelenismo y la unidad interna de cada polis.

      Meta: lograr la transacción entre la tradición de la política realista del siglo de Pericles, la crítica moral de la filosofía y la tendencia hacia la dictadura.

      Objetivo: alcanzar, por medio del poder educativo de la retórica, la formación del monarca y de los hombres de Estado, instrumentos salvadores de la cultura griega.

 

FUENTE. El crédito para el autor utilizado en esta clase corresponde a: Nelson Pierrotti. Isócrates: retórica y poder político en la formación del ciudadano ateniense del siglo IV A.C.

nelsonpierrotti222@hotmail.com

 

CUESTIONARIO

·        ¿Para qué enseñar retórica?

·        ¿Qué papel juega la oratoria en la enseñanza?

·        Exponga la función del logos, la cultura y la razón.

·        ¿Cómo se debían formar los gobernantes y los ciudadanos?

·        Exponga la metodología educativa de Isócrates.

·        ¿Qué relación establece entre el saber y el poder?

·        ¿Cuál es la opinión de Isócrates sobre la demagogia?

·        ¿En qué consiste el papel de la ética y la moral pública?

·        ¿En qué consiste el panhelenismo del autor?

·        ¿Cómo evalúa la conducta de los ciudadanos en relación al patriotismo?

·        ¿Para qué enseña el autor?

·        Diserte sobre el gobierno excelente.

·        Mencione las cualidades del dirigente político.

·        ¿Por qué deben obedecer los ciudadanos?

·        ¿Cómo definiría la profesión de Isócrates?

martes, 8 de septiembre de 2020

DEMOCRACIA Y REPRESENTACIÓN (segunda parte)


El Consejo de los Quinientos

En todas las ciudades-Estado griegas había Consejos. En Esparta el Consejo tenía las siguientes características: a) era un senado de ancianos, b) eran vitalicios, c) no eran responsables ante la asamblea. En Atenas el Consejo (Areópago) era el residuo de un senado aristocrático, disminuido en su poder por la ampliación de la democracia.

El Consejo de los Quinientos era un Comité que dirigía la Asamblea y ejecutaba sus acuerdos; en él se concentraba el gobierno. El número de 500 no era funcional, por lo que un número menor ejercía esa función de forma rotatoria. Cada una de las diez tribus aportaba 50 miembros del Consejo para completar los 500.

Los 50 miembros de cada tribu actuaban durante la décima parte del tiempo que duraba el ejercicio del puesto, junto con un miembro de cada una de las nueve tribus restantes a las que no les tocaba gobernar en ese momento. Ese Comité era el poder real y tramitaba los asuntos correspondientes.

Mediante el mecanismo de sorteo se escogía un Presidente cada día, de entre los 50, y nadie podía volver a ocupar ese cargo durante el resto de su vida. Un mecanismo parecido se utilizó en Yugoeslavia, en el siglo XX, durante el liderazgo de Josip Broz Tito, para dar participación a las diferentes naciones que conformaban ese país; los detractores del sistema de presidencia rotativa acentúan los nacionalismos como causa del fracaso de ese experimento político y desestiman el intento de agrupar a varias naciones en un Estado unificado; lo cierto es que después de la muerte de Tito los gobiernos de los países integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), azuzados por el gobierno de Estados Unidos,  enfrentaron a las naciones en una guerra cruel e inhumana que desbastó el país.

Funcionamiento del Consejo de los Quinientos

·        Proponía a la Asamblea las medidas que consideraba adecuadas.

·        La Asamblea discernía las propuestas del Consejo.

·        Posteriormente el Consejo solo redactaba los proyectos que serían discutidos por la Asamblea.

·        Era el órgano ejecutivo central de la Asamblea.

·        El Consejo controlaba la actuación de los magistrados.

·        Podía encarcelar a los ciudadanos, actuar como tribunal, consignarlos a los tribunales ordinarios  y condenarlos a muerte

·        Tenía el control de la hacienda, los impuestos, la administración y la propiedad pública.

·        Controlaba directamente la flota y sus arsenales, para lo cual había múltiples comisiones, cuerpos y administradores, adscritos en diferente grado a su autoridad.

·        Sin embargo, siempre dependía de la Asamblea, la cual decidía sobre los asuntos que le planteaba, promulgaba las medidas legislativas, y las modificaba o rechazaba.

·        La Asamblea y el Consejo podían presentar propuestas. La primera la dirigía al Consejo y éste podía formular una propuesta sin recomendación a la Asamblea.

·        Todas las medidas importantes eran turnadas a la Asamblea para su aprobación: la guerra, la paz, las alianzas, los impuestos y las medidas legislativas.

 

Los Tribunales

Eran la clave del sistema democrático. Decidían en el ámbito judicial en los casos particulares, civiles y criminales y, además, tomaban medidas ejecutivas y legislativas. Los Tribunales completaban el control popular sobre los magistrados y las leyes. Los miembros de los Tribunales, o jurados, eran nombrados por los Demos de una lista de 6 mil ciudadanos al año, los cuales se destinaban por sorteo a los Tribunales y casos. Todos los ciudadanos mayores a 30 años eran elegibles para integrar los Tribunales, los cuales contaban con 501 miembros o más, aunque también podían ser menos. Los miembros fungían como jueces y jurados. Las partes se defendían personalmente y el Tribunal solo votaba. Primero se votaba la culpabilidad y, enseguida, si era culpable: la pena, una vez que las partes señalaban el castigo que consideraban justo. La decisión del Tribunal era inapelable, pero la decisión de un Tribunal no era obligatoria para los otros.

Mecanismos de control sobre los magistrados

1.     Dictaminaban sobre su aptitud de los candidatos para desempeñar un cargo, pudiendo rechazarlos.

2.     Sometían sus actos a revisión, cuando concluían su mandato, pudiendo discutirlo en un Tribunal.

3.     Al concluir el cargo, se les sometía a una auditoría especial sobre las cuentas y el manejo del dinero de la polis, por parte de un magistrado.

4.     Los magistrados que no eran reelegibles tenían poca independencia, pues eran examinados antes y después de asumir un cargo, por un Tribunal integrado con 500 o más ciudadanos, elegidos por sorteo.

5.     El Tribunal legislaba y, en casos particulares, se coordinaba con la Asamblea.

6.     Podía impugnar una decisión del Consejo o de la Asamblea, alegando ser contraria a la norma fundamental.

7.     Cualquier ciudadano podía presentar una queja, para lo cual se suspendía la entrada en vigor de la ley cuestionada, hasta que el Tribunal decidía. Lo anterior significaba que tanto las personas como las leyes podían ser juzgadas. Una decisión en contra de un Tribunal podía anularla.

FUENTE: George H. Sabine. Historia de la teoría política. Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México, 2019.